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Parece que todo vuelve a renacer un poco. A esa sensación debida (tocamos madera) al franco retroceso de la pandemia, debemos sumar el inicio del nuevo curso. Como esa continuidad no ha estado nada clara durante bastante tiempo, cualquier muestra de ir en esa dirección es recibida con júbilo.
Algo parecido a ese tipo de júbilo se palpaba ayer en la sesión que, en el Institut d’Estudis Catalans (IEC), celebraba la Societat Catalana de Geografia (SCG). Viniendo de la celebración de una asamblea de socios para renovación de su junta, la reunión enlazaba con la presentación de los dos últimos libros que han publicado. Contento acumulado, pues, por la continuidad de la SCG, porque se renueva y da muestras de vivificarse y por poder celebrarlo todos (los que permitía el limitado aforo que marcaba el PROCICAT) presencialmente.
El primero de los libros presentados ha sido “La nova Geografia: Raoul Blanchard – Pau Vila”, que aparece tras una larga preparación y destilado de trabajos del que hasta ayer fue presidente de la Societat Catalana de Geografia, Josep Oliveras, para a partir de entonces ser sustituido por Rafael Giménez Capdevila.
Ya lo he comentado alguna vez: Josep Oliveras tiene una forma muy amena de contar las cosas. Eso, que no resta un trabajo de investigación y análisis previo ímprobo, hace que los temas que trabaja entren con una facilidad enorme.
El libro en cuestión, según comentario del propio Oliveras, quiere ser una reivindicación de Pau Vila, figura que ejerce de gran patriarca de la geografía catalana. Deshaciendo una serie de malentendidos sobre su relación con Raoul Blanchard (uno de los grandes geógrafos franceses del que, gracias al libro, conoceremos por fin bien su trayectoria por, entre otros sitios, Grenoble o el Canadá, donde por cierto Oliveras comentó que una montaña lleva su nombre) gracias a acudir a las fuentes originales (documentos de instituciones francesas y catalanas, que ha explorado con paciencia y constancia), ha querido también enfrentarse de pleno con algunos comentarios bastante extendidos que ponen en duda la valía de la formación de Pau Vila, al no haber seguido una carrera al uso: los datos que aporta en el libro alejan de una vez por todas esa posible mirada condescendiente hacia su curriculum.
Pero decía que Josep Oliveras, sin dejar de expresar lo esencial, sabe meterse en el bolsillo al auditorio. Aspectos personales de ese personaje familiar para todos los geógrafos que fue Pau Vila, al que muchos conocimos como ya venerable, pero muy vivo, anciano, han inundado su explicación. Quizás uno de los más divertidos ha surgido al explicar su visita, junto al también geógrafo manresano Pau Alegre, al maestro Pau Vila en “su pisito de la Diagonal, a la altura del Cinc d’Oros”. Allí vieron -ha comentado- sus fichas y papeles llenando cientos de cajas de zapatos y, en un afán descriptivo del ambiente, también ha señalado que su vivienda tenía dos terrazas. Solían estar despachando en una primera terraza (en catalan “terrassa”, como la ciudad vallesana). Pero a veces iban -ha concluido- a la otra, a la que Pau Vila llamaba Sabadell.
El segundo libro presentado, “L’esguard (la mirada) de la Societat Catalana de Geografia”j, recién salido de la imprenta y ya número 21 de la colección editada por la SCG, está coordinado por Enric Bertran, quien, según María Corominas, vicepresidenta del IEC, que presidía el acto, se hacía identificar en él modestamente como “maestro jubilado”. No sólo eso: con clara modestia excesiva, ha señalado que le ponen en el texto como “IP” (Investigador Principal), cuando debieran haber dicho “GP” (gens -nada- principal). Conociendo al personaje, seguro que ha trabajado como el que más…
Según Bertran, el libro surge de un encargo de la Junta de Gobierno de la Societat Catalana de Geografia de elaborar una historia de la filial del IEC desde el momento de su fundación (1935) hasta la actualidad (2020).
Para ello sus varios autores (el mismo Enric Bertran, Pau Alegre, Jesús Burgueño, Enric Mendizábal, Carme Montaner y Roger Serra) han buceado por actas, artículos, libros y sobre todo una web (“L’obrador obert”) que durante los últimos veinte años ha ido acumulando cantidad de información sobre las actividades de la sociedad y que, en buena parte, también había ido haciendo serios pinitos sobre la historia que ahora se ha querido exponer de una forma ordenada.
El resultado, a leer con calma en los próximos días, es, según el mismo Bertran, una “historia contextualizada”. De ya 85 años de actividad. ¡Poca broma!