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Quizás la globalización y y la banalización del turismo estén cambiando los puntos de vista que han ido creando el paisaje de las cataratas del Iguazú. Ésta podría ser la tesis que deduje de la ponencia de ayer (on line, por la pandemia y porque había un océano entre ponente -de la Universidad de Buenos Aires- y sus receptores) de la Societat Catalana de Geografia.
“El punto de vista en la creación del paisaje de las Cataratas del Iguazú” era el nombre de la presentación y Perla Zusman, geógrafa con muchas conexiones con la Universitat Autònoma de Barcelona, su autora.
Empezó por una impresión muy dirigida a los sentidos: en el relato registrado sobre las cataratas, lo auditivo (el estruendo que sorprende y domina la consciencia de todo turista que se acerque al lugar) llegó antes de lo visual.
Explicó que de las cataratas se empieza a hablar a finales del s.XIX, en un momento de esos de exaltación nacional en los que se exploraron y marcaron los límites fronterizos, considerando zonas que hasta ese momento sólo habían sido de los indígenas.
Por el cambio de siglo se efectuaron una serie de expediciones, generalmente bajo la batuta de un promotor de origen europeo, que se llevaba consigo a un pintor y fotógrafo, quienes ilustraban y redondeaban su posterior relato. De los de Niederlein (1892, con el pintor Methfessel) y Ambrosetti (también 1892, con el pintor Ballerini), así como de uno posterior de Bernández (1900) dedujo Perla Zusman buena parte de lo que nos fue explicando ayer.
Son relatos donde aparece primero lo comentado sobre lo auditivo, pero en los que también se reitera el calificativo de “sublime” (el hombre se siente pequeño confrontado a la grandeza de la naturaleza) y se establecen comparaciones con las ya entonces muy conocidas y observadas cataratas del Niágara (surgiendo entonces el tema del turismo y del aprovechamiento de energía).
Estas expediciones elaboraron una primera cartografía, en la que empezaron a marcarse lo que se veía y lo que no desde una serie de puntos, que fueron los que se irían considerando para establecer miradores.
En 1900 se producen compras de terrenos y surge el primer hotel, mientras que en 1902 el francés Carlos Thays define y propone el establecimiento de un parque natural, perfeccionando la propuesta en 1912. El parque nacional no se establecerá, no obstante, hasta 1934, tanto por parte de Argentina como de Brasil.
La determinación de las cataratas como Patrimonio de la Humanidad en 1984 dieron un impulso enorme a su conocimiento, que alcanzó ya el súmmum cuando una sociedad privada la nombró, montando unas votaciones “populares”, una de las siete maravillas del mundo. Todos sus visitantes, no obstante, siguieron viendo el paisaje creado desde esos miradores construidos inicialmente.
Dos imágenes le sirvieron a Perla Zusman para redondear su charla. Ambas pertenecen al globalizado mundo actual. En una avenida tan monumental como la 7 de Julio de Buenos Aires, se montó hace poco una reproducción de las cataratas. Dice Zusman que se vio durante su inauguración a Macri, tan interesado siempre por las cuestiones indígenas (es ironía…), estrechando la mano de un indígena con ese elemento de parque temático de fondo. Así mismo, la compañía que explota la marca de “Las 7 maravillas del mundo”, fletaba un globo que recorría por el aire las cataratas.
Unas cataratas (de pega…) que van de la periferia al centro, un globo que se eleva. ¿Estará dando este mundo global otros puntos de vista del paisaje que el que ofrecían -y crearon- los miradores? -se preguntó para cerrar su intervención Perla Zusman.